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Los árboles son un sobrio esqueleto y un
tiempo húmedo e impío esparce al viento los otrora suntuosos mantos de hojarasca. Parece como si en el viaje hacia la luz de este solsticio recién estrenado,
no hubiese pausa ni refugio para la maldad que acogota al mundo. Como si no
fuese posible abandonar la oscuridad y el planeta y sus gentes
estuviesen abocados a consumirse en esta hégira de tiempo absurdo y sin sentido de forma irremediable.
Y sin embargo hoy, no importa en qué forma, ha llegado hasta mí el vídeo que acompaña
estas letras. Sé que es una gota en el
océano de inmoralidad que nos envuelve y que quizás peque de ingenuidad, pero en
esta terrible orfandad de bondad y
esperanza en la que nos encontramos… por unos momentos me ha permitido dejar de
sentirme culpable y escapar de la
terrible tiranía de los hechos.
O me gusta creer que en la dualidad que rige absolutamente todo, y aún en la más profunda adversidad, se puede encontrar la belleza. Ojalá os ocurra también a vosotros y por unos instantes encontréis el mismo alivio que yo.
O me gusta creer que en la dualidad que rige absolutamente todo, y aún en la más profunda adversidad, se puede encontrar la belleza. Ojalá os ocurra también a vosotros y por unos instantes encontréis el mismo alivio que yo.
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